Para este Guard1anes 2021, son seis las entrenadoras que están al frente de un equipo de la Liga MX Femenil, el número más alto desde que comenzó el circuito profesional en México. Cinco de ellas son mexicanas y una española; la mayoría jóvenes, de entre 29 y 45 años. ¿Qué significa esto para el futbol femenil mexicano? En primera instancia, refleja que existen mujeres involucradas en el futbol desde tiempo atrás, no sólo desde la Liga, razón por la que fueron consideradas para ser directoras técnicas de primera división; y en segunda, que la presencia femenina en el deporte debe verse como algo natural.
Las directoras técnicas de este torneo son Cristina González con Bravas de Juárez (es una entrenadora que por muchos años brilló en el futbol amateur a nivel nacional); Scarlett Parada con León; Toña Is con Pachuca (campeona del Mundo Sub-17 con España en el 2018, precisamente tras derrotar a la Selección Mexicana de Mónica Vergara); Fabiola Vargas con Necaxa (exseleccionada nacional de finales de los 90); Carla Rossi con Gallos (también destacó como jugadora y entrenadora en la Universidad de Guadalajara) e Ileana Dávila con Pumas; de ellas, las tres primeras son las recién llegadas a la competencia, aunque en el caso de González, era auxiliar de Eva Espejo en Pachuca, y Parada también llegó a trabajar con Atlas y Chivas en visorías.
Cuando comenzó el Apertura 2017, el primer torneo de la Liga MX Femenil, eran cinco las mujeres estrategas: Melissa Núñez con Veracruz; Verónica Hernández con Monarcas; Andrea Rodebaugh con Xolas; Eva Espejo con Pachuca; e Ileana Dávila con Pumas; de ellas, sólo se mantiene Dávila, y Espejo no se ha ido de las Tuzas, sino que ahora es directora deportiva.
En cuanto a los logros de estas líderes, cabe mencionar que Espejo fue campeona de Copa con Pachuca en mayo de 2017, además de que llegó a la final del primer torneo, pero la perdió contra Chivas en noviembre de ese mis año; mientras que en el caso de Rodebaugh, llegó a la final de la Copa, pero ya en la Liga fue difícil mantener el nivel de las Xolas, sobre todo por los cambios que tuvo en su plantel.
Aquí cabe mencionar que quienes llevamos años siguiéndole la huella al futbol femenil, nos sorprendimos al ver que para el primer certamen no estaban nombres como Mercedes Rodríguez, Tere Campos o Lizet Pérez, e incluso a hombres que ya tenían mucho tiempo con escuelas para mujeres, como Armando Magaña, de Andrea’s Soccer; Ismael Sánchez, de Macrosoccer Acapulco; o Jair Juárez, del representativo de Pumas Femenil, pero se entendió que los que tomaron las decisiones dentro de los clubes, poco sabían del balompié de mujeres en México; lo que sigue sin entenderse es que a tres años de eso, sigan sin empaparse de quiénes son las personas (mujeres y hombres) más calificadas para dirigir en la Liga.
Además de las mencionadas, en los clubes están y han estado otras mujeres con gran recorrido como entrenadoras: Tere Campos no ha estado como entrenadora titular, pero sí fungió como auxiliar y como entrenadora de porteras en Pumas; Meche Rodríguez también fue auxiliar en Puebla y Cruz Azul; mientras que Karina Báez todavía está en el cuerpo técnico de Tigres con Roberto Medina (Báez fue, por años, entrenadora de las categorías juveniles de la UNAM y también estuvo como auxiliar de Espejo en las Tuzas).
Desde hace años, han existido mujeres capaces y capacitadas para estar al frente de un equipo de futbol, no sólo femenil sino varonil, sin embargo, ha sido complicado que se les considere en la liga profesional, en un territorio que históricamente ha sido dominado por hombres y en el que se complica la presencia femenina, para muestra el hecho de que Meche Rodríguez ha pedido oportunidades en diferentes clubes y terminan decantándose con otra opción, por entrenadores que quizá tengan experiencia en fuerzas básicas varoniles, pero no en el balompié femenil. No hay argumento válido para justificar que una mujer preparada no tenga una oportunidad para estar en el banquillo de un club como América o Chivas, por ello, se festeja que para este torneo haya aumentado el número de directoras técnicas, en un camino en el que se van dando pasos, quizá lentos, pero hacia adelante.
La presencia de mujeres en las direcciones técnicas no se trata de una cuestión de cuotas, sino de elecciones por capacidad y talento; en ellas se concentra la posibilidad de superación de los equipos, lo que, además, han refrendado, como en el caso de Rossi, que en cuanto tomó las riendas de Xolas y luego de Gallos, les cambió la cara a estas escuadras, tanto que las llevó a su primera liguilla.
Tener una directora técnica no es una moda ni capricho, no es marketing ni una exigencia del feminismo, sino un espacio que cada una de ellas ha ganado a pulso gracias a su esfuerzo y a su preparación dentro del deporte.