¿Juego de Barbies? El mensaje va más allá de las palabras

El futbol está atravesado por el género, en su práctica, en su organización, en sus intereses económicos, en quienes lo lideran, en quienes lo regulan, en quienes creen ser sus dueños y, por supuesto, también en el lenguaje que se utiliza para hablar de él.

“Juego de Barbies! En el futbol existe contacto……” (sic) escribió hace unos días Carlos Salcedo en su cuenta de Twitter después de que fue expulsado por doble amarilla en el partido ante América, el sábado en El Volcán. La entrada que le mereció la segunda amonestación fue una barrida a destiempo sobre Roger Martínez; el defensa tigre no tocó el balón, por lo que el árbitro tomó la decisión de mostrarle la tarjeta, y aunque ya estaba fuera de la cancha, seguía quejándose por su expulsión, en una actitud de clara molestia, lo que se vio reflejado minutos después en sus redes sociales. 

El comentario quiso hacer referencia a que el futbol es un deporte de contacto y no un juego relacionado socialmente con lo femenino, ahí es cuando nos preguntamos, ¿por qué cuando se trata de hablar de poca competitividad, poca fuerza, poca calidad se utilizan términos relacionados con lo femenino?, ¿por qué para Salcedo algo relacionado con lo femenino sería considerado “no futbol”?

Pongámoslo con más ejemplos, porque creo que quienes leen esta columna están empapadas y empapados de la jerga futbolera: esa expresión del defensa tigre es similar a “pareces vieja”, “juegas como nena”, “pareces niñita”, “esto es de hombres” (entonces no es de mujeres), “el juego del hombre” (nuevamente, pero no de mujeres), “pégale como hombre” (como si todos los hombres pudieran pegarle bien al balón, he visto cada cosa)… y podría continuar con más ejemplos que he escuchado o que amigas cercanas me han compartido.

Considero que Salcedo no tenía en mente al futbol femenil como tal cuando escribió este tuit, pero en su imaginario, en su concepción del mundo, lo femenino está por debajo, es inferior, eso se notó en la expresión y, por esa razón, fue señalado por Janelly Farías, jugadora del América, quien explicó, también en Twitter, que debe terminar esta naturalidad con la que los hombres se insultan entre ellos usando términos femeninos.

“Basta ver un par de partidos de la liga para darse cuenta que en el futbol femenil hay muchísimo contacto y la intensidad no pasa por ser hombre o mujer (…) Lo que para algunos son comentarios casuales para nosotras han sido barreras toda la vida. En el camino hacia la inclusión y la igualdad todos somos parte de la solución y el futbol femenil aún necesita mucho apoyo y concientización de todas las partes involucradas”, escribió la defensa azulcrema. 

Lo relevante es todo lo que sucedió después. Cualquier persona, mujer u hombre entendía el contexto que rodeaba el comentario del jugador, es muy obvia la connotación que quiso darle, enfatizando debilidad en los rivales al feminizarlos, pero para sorpresa de Farías y de quienes coincidimos con ella, cientos, miles (tristemente) de individuos, la mayoría hombres, pero también algunas mujeres, quisieron defender a Salcedo, tacharon de exagerada a la futbolista, incluso expresaron que “sólo busca atención”, sí, todo eso que nos dicen a diario a las feministas, que somos unas histéricas, que estamos locas, que nos victimizamos, y a pesar de que por más que nos esforzamos, como lo hizo Farías en sus tuits, por explicar cómo es que el machismo está presente en el lenguaje, nos encontramos con una barrera, con personajes que no están abiertos a modificar su mentalidad y aceptar que el mundo está cambiando y que se necesitan más Farías que no se cansen de señalar este tipo de acciones que reproducen roles de género, esos mismos que por años, décadas, siglos, relegaron a las mujeres, no sólo de los deportes sino de la vida misma. Insisto, las palabras importan y mucho, aún más lo que se esconde detrás de ellas. 

Janelly Farías | Foto: Club América

SIGUE LAS DISCUSIÓN CON NELLY Y LAS DIOSAS OLÍMPICAS:

Adrianelly Hernández | Cancha y aparte

Soy una apasionada del periodismo deportivo con perspectiva de género, actual maestrante de Comunicación y, de toda la vida, una veracruzana rojinegra.

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