Todos tenemos inseguridades, aspectos de nosotros que nos da vergüenza mostrar, secretos que preferiríamos que nadie supiera nunca pero, sobre todo, en cada ser humano sobre la tierra habitan estas cuatros necesidades y anhelos:
- Ser aceptados
- Ser amados
- Ser respetados
- Ser valorados
Todo esto, simplemente por ser quién somos, sin necesidad de esforzarnos para obtenerlo. Somos capaces de cometer cualquier traición hacia nosotros mismos con tal de lograr que estas cuatro necesidades se vean satisfechas. ¿Fingir ser alguien más? ¿Poner a los demás por encima de mí? ¿Aparentar ser muy fuerte? ¿Apagar mi opinión? Claro que sí, si esto nos regala un poco más de aceptación, amor, respeto o valoración de nuestro entorno, siempre lo vamos a hacer.
Sin embargo, llega un día en la vida en el que nos damos cuenta que no vale la pena obtener todo eso sí tenemos que fingir ser alguien más para obtenerlo. Surge una nueva necesidad: la de ser auténticos y libres. A partir de ese día, empieza un camino en el que hay que cambiar creencias, enfrentar estructuras y sistemas, sentirse vulnerable, solo e incomprendido, pero movidos por el fuerte impulso de saber que ese es el camino correcto, seguimos adelante.
Bien, ahora imaginemos atravesar por todo esto simplemente porque te guste alguien, porque te quieres vestir diferente o porque te sientes incómodo con tu cuerpo. Cosas tan “tontas” como esas hacen que tu familia, tus seres queridos, tus amigos, tus líderes, tus instituciones y la sociedad entera te señale y te diga, tan solo por eso, que estás enfermo, estás loco, que eres una decepción, una aberración, un pecado, un castigo y una mala persona. Tan solo por eso, te rechazan, te aíslan, te niegan, te insultan, te pegan, te acosan y te discriminan. Tan solo por eso, terminas sintiendo que no vales nada, que nunca vas a lograr nada en la vida, que estás sucio y que nadie te va a querer nunca.
No suena nada bien ¿Cierto? Quizá llegues a pensar hasta en la muerte, pero gracias a tu fuego interno sigues adelante a pesar de las circunstancias, te vas haciendo armaduras para protegerte y te empeñas en demostrarte a ti y a los demás que ellos estaban equivocados, que vales, que tienes derechos y que eres merecedor de amor aunque tengas que luchar por eso hasta el último de tus días.
¡Wow! Si eso no es digno de admiración, yo no sé qué lo sea. La comunidad LGBTI+ ha tenido que atravesar tantas batallas internas y externas solo por no pertenecer a la normatividad cis género-heterosexual para llegar a decir “¿Saben qué? Sí, soy esto, y estoy orgulloso de ser quien soy” y pensar que otros nos acomplejamos y nos sentimos menos simplemente por tener alguna parte de nuestro cuerpo que no nos agrada. Ellos son nuestros verdaderos maestros de la autenticidad, del amor propio y de la valentía.
La comunidad LGBTI+ nos inspira a ser uno mismo
Gracias a todas las personas de la comunidad LGBT+ que se sentaron a tener conversaciones incómodas con sus padres para explicarles que su orientación o identidad sexual no cambiaba quién él era como persona, que defendieron el amor como algo que no debe ser penalizado bajo ningún concepto, que salieron a las calles a demostrarnos que existen y que solo quieren ser felices, que lucharon por sus derechos y que siguen trabajando para cambiar las legislaciones que los niegan como seres humanos y como parte de nuestra sociedad. A todos ustedes, gracias.
Gracias porque con su lucha nos han enseñado a todos: heteros, gays, bis, cis, trans o queer, etc., que siempre somos merecedores de amor y que el paso más importante es comenzar por amarnos a nosotros mismos, solo así, en nombre de ese amor propio es que tendremos la valentía y la fuerza para enfrentar a cualquier persona que nos quiera hacer menos por ser quién somos.
Gracias por enseñarnos a abrazar todo lo que somos, tanto lo que está “bien visto”, como lo que no tanto. Gracias por abrirnos los ojos a que no hay ser humano “incorrecto”, sino que la vida se trata de diversidad. Gracias por enseñarnos que el cambio a veces no es opcional sino indispensable. Gracias por recordarnos que lo que verdaderamente importa es cómo la persona se está sintiendo más allá de cualquier creencia, dogma o ley.
La comunidad LGBTI+ nos inspira, nos instruye y nos hace seres más conscientes. Soñemos con un mundo en el que ningún niño o adolescente tenga que encerrarse en un clóset por sentirse avergonzado de ser quien es. La transición hacia una realidad más justa y una mirada más compasiva aún está ocurriendo, ¿Qué rol estás jugando tú en este cambio? ¿Te estás informando? ¿Estás apoyando a esta comunidad? ¿Estás ayudando a visibilizar la lucha? ¿Estás acercándote a personas de la comunidad LGBTI+? ¿Está asegurándote de mantener las puertas de las oportunidades abiertas para esta comunidad? ¿Te estás permitiendo escuchar más y opinar menos? ¿Estás educando a tus hijos para acepta y respetar la diversidad? ¿Estás cuestionando a alguien que incita el odio hacia las personas de la comunidad?
Aún hay mucho trabajo por hacer, todos podemos sumar nuestro granito de arena a esta transformación necesaria en la que nos convertiremos en una sociedad más respetuosa, equitativa y consciente. La invitación es a revisarnos y reflexionar, pequeños despertares individuales pueden hacer cambios importantes en el colectivo. No hacer nada frente a las injusticias es ser cómplice de la violencia. Seamos agente de cambio desde nuestro rango de acción y en todos nuestros espacios: comparte, visibiliza, conversa, investiga, pero, sobre todo: ama.
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